De colores y enfados

Hay algo en mí que algunos tachan de inmadurez, pero que me facilita la vida. Soy incapaz de permanecer enfadada demasiado tiempo. Al margen de que después tome una decisión u otra, tengo un tiempo limitado para asimilar. Y a veces me sabe mal, porque no se me debería de pasar tan rápido, pero creo que es una cuestión de supervivencia. Cuando estoy gris, todo adquiere ese tono y la vida se ralentiza. Esta semana está siendo bastante fea, y problemas tontos de curro me han parecido un mundo, porque mi cabeza estaba en modo nomegustaesteplaneta. Sin embargo hoy me he levantado como si fuese a salir un sol espléndido. Pero no ese metafórico que te atraviesa y carga las pilas, no. Un sol de verdad con sus rayitos y todo. Después paseando con Pelusa me he dado cuenta de que no. El cielo seguirá gris, pero yo voy a rascar con mi uña hasta abrir camino a algún haz de luz para entrar en calor.

Incluso en los días más grises, hay algún rincón colorido donde pararse a respirar.