Despedida con estilo

Estoy fatal de la cabeza. Ya sé que para quienes me conocen esto no es nuevo, pero de vez en cuando incluso yo misma me sorprendo.

No me preguntéis cómo ni por qué, ni en qué momento empecé a hacerlo. Tampoco me juzguéis demasiado duramente. Allá va, os lo cuento.

He empezado a preparar mi funeral.

No estoy enferma, no soy mayor (aunque mi último cumpleaños podría haber influido) y no tengo ganas de morirme, ¡tengo muchas cosas que hacer antes!

Pero desde que soy plenamente consciente de lo efímero de la vida, intento exprimirla al máximo, y si dejo algo, quiero que sea positivo.

Seguro que seré la piedra en el zapato de alguien, pero en la medida de lo posible, quiero dejar sonrisas en las almas cercanas.

El caso es que empezó como un juego, una de mis marcianadas tontas pensando quién vendrá, cómo se conocerán, y qué caras pondrán al descubrir las distintas facetas de mi vida que no se cruzan entre sí.

Me gustaría que alguien dijera algo bonito pero no dramático. Me encantaría que la gente se riera mucho, y que se cayeran todos bien. En definitiva, aunque nunca he querido fiestas sorpresa, quiero montar una enorme para despedirme.

Una con música en directo, pero nada de violines. Un poco de rock, un mucho de cerveza, palomitas y un monólogo, incluso.

Sería divertido que de allí surgiera alguna nueva amistad o algún amor eterno, como en las pelis americanas.

Creo que necesito releer El consuelo…