La verdad es que ahora, recapitulando la semana, me doy cuenta de que ha sido bastante monográfica. Curro, curro y más curro. Estoy agotada, pero ha merecido la pena. El sábado se celebró nuestra II jornada…no sé cómo llamarlo, de visibilización, supongo que sería la palabra. Consiste en una fiesta en la que sacamos nuestro trabajo a la calle para que todo el mundo lo conozca. No nos pagan por jugar al parchís, como dicen por ahí. O no sólo por eso, al menos! Nos apasiona trabajar con chavales, abrirles opciones y aprender de ellos, de su ilusión y de su forma de enfrentarse al mundo en esa época tan difícil para cualquiera.
1. Volver a jugar al voleibol. De pequeña quería tocar el piano y aprender karate. Pero la oferta estaba compuesta por jotas y gimnasia rítmica, que es lo que se llevaba entonces. Así que esperé, aprendí a manejarme un poco con un teclado electrónico más bien de juguete y en cuanto llegué al instituto me apunté a voleibol sin encomendarme a nadie. Siempre me ha gustado la sensación de tomar mis propias decisiones. El caso es que el sábado, después de un montón de años, volví a jugar esta vez con los chavales, ¡y me lo pasé en grande!
2. Reencuentros en jornada laboral. Una de las mejores consecuencias de montar semejante tinglado el sábado fue volver a ver a gente, tanto de un lado como del otro, a quienes tengo mucho cariño. Compañeros y compañeras de quienes he ido aprendiendo y chavales con quienes he compartido tardes de risas, compañeros de risas y chavales de los que he aprendido mucho. Mucha gente de la que guardo buenos recuerdos y con quienes no hay ocasión de coincidir a menudo.
3. Compartir un rato de mi curro con Celia. En casa del herrero, cuchillo de palo, dice el refrán. Y así es en mi caso. Mi sobrina, que tiene mil posibilidades de participar en propuestas de todo tipo, nunca se anima. Supongo que es por su timidez, o precisamente porque se lo propongo yo. Siempre le da miedo hacer el ridículo, que las cosas le salgan mal, no encajar… sin embargo el sábado acudió, participó y lo pasó bien. Se animó con cosas que le apetecía hacer pero le impedía la timidez. Y lo disfrutó. Y me alegra haber tenido algo que ver en ello.
Es importante descubrir los miedos que nos encogen, convivir con ellos y comerles poco a poco el terreno.
Eso nos hace más libres.
Y sobre todo, comprobar una vez que los vences, que puedes volver a hacerlo sin problema. Besicos valientes.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Cierto, habrá que insistir. Besicos comprobados 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tú improvisa, sé espontánea, date tus caprichos…..y ya verás cómo se desvanece el cansancio. Por cierto, me encanta el voleibol.
Me gustaLe gusta a 1 persona
En eso estoy hoy,mi tarde libre está siendo reparadora! Un abrazo!
Me gustaMe gusta
Esplendido el quehacer social. abzos
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es muy enriquecedor, un continuo aprendizaje. ¡Un abrazo!
Me gustaMe gusta
Todos tenemos miedo a hacer el ridículo pero es difícil que salga bien a la primera. Nos exigimos demasiado, y a veces solo hay que dejarse llevar.
Me alegra mucho que tu sobrina se implicara y venciera sus miedos. Puedes estar muy orgullosa 😉
Un millón de sonrisas =D
Me gustaLe gusta a 1 persona
Está en plena adolescencia de diccionario, y además ha llegado con demasiada carga familiar, la pobre. Mi próximo reto es que celebre su cumpleaños, con lo que me gustan a mí… Abrazos marcianos!
Me gustaLe gusta a 1 persona