Lección de Leyes

He leído esto en facebook, no sé si es una anécdota real, o una especie de fábula, pero con los acontecimientos de los últimos tiempos, no me he podido resistir a compartirlo.

No sólo me refiero a las fotos que remueven conciencias durante un rato y ponen al mundo con ojos llorosos y manos a la cabeza como buenos cristianos. Es este mundo que se está volviendo medio loco por culpa de la especie «dominante». Cada día me indigna formar parte de lo que llaman «Humanidad», donde pasamos al lado del mismo mendigo cada mañana sin saber si sonreirle, darle dinero o hacernos los despistados mirando el móvil. Donde vemos familias desahuciadas y cambiamos de canal porque «las noticias nos joden el día», o escuchamos que otra mujer ha sido asesinada por un hombre que se creía su dueño y ya no nos arde el corazón de rabia. No voy a entrar en cómo tratamos a los animales o al planeta, porque no quiero frivolizar ni poner al mismo nivel de importancia, no tengo ningunas ganas de polemizar, la verdad. Estoy desencantada, rabiosa, cada día más.

En el primer día de clase, el profesor de “Introducción al Derecho” entró al aula y lo primero que hizo fue pedir el nombre de un estudiante que estaba sentado en la primera fila:

.- ¿Cuál es su nombre?
.- Mi nombre es Nelson, Señor.
.- ¡Fuera de mi clase y no vuelva nunca más! – Gritó el maestro desagradable.
Nelson estaba desconcertado. Cuando volvió en sí, se levantó rápidamente recogió sus cosas y salió de la habitación.
Todo el mundo estaba asustado e indignado, pero nadie habló.
.- ¡Muy bien! – Vamos a empezar, dijo el profesor. ¿Para qué sirven las leyes?

Los estudiantes seguían asustados, pero poco a poco empezaron a responder a su pregunta:
.- Para tener un orden en nuestra sociedad.
.- ¡No! – Respondió el profesor.
.- Para cumplirlas.
.- ¡No!
.- Para que las personas equivocadas paguen por sus acciones.
.- ¡No!
.- ¿Alguien sabe la respuesta a esta pregunta?
.- Para que se haga justicia – una muchacha habló con timidez.
.- ¡Por fin! Es decir, por la justicia. Y ahora, ¿qué es la justicia?
Todos empezaron a molestarse por la actitud tan vil del profesor.
Sin embargo, continuaron respondiendo:
.- A fin de salvaguardar los derechos humanos …
.- Bien, ¿qué más? – preguntó el maestro.
.- Para diferenciar el bien del mal, para recompensar a aquellos que hacen el bien …
.- Ok, no está mal, pero respondan a esta pregunta:
.- “¿Actué correctamente al expulsar a Nelson del aula?”
Todos estaban en silencio, nadie respondió.
.- Quiero una respuesta por unanimidad.
.- ¡No! – Todos contestaron con una sola voz.
.- ¿Se podría decir que he cometido una injusticia?
.- ¡Sí!
.- ¿Y por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y reglas, si no tenemos la voluntad necesaria para practicarlas? Cada uno de ustedes tiene la obligación de hablar cuando es testigo de una injusticia. Todos. ¡No vuelvan a estar en silencio, nunca más! Vayan a buscar a Nelson – dijo. Después de todo, él es el maestro, yo soy un estudiante de otro período.
Aprendan que cuando no defendemos nuestros derechos, se pierde la dignidad y la dignidad no puede ser negociada.

Cada vez que miramos a otro lado, no perdemos la dignidad. La pisoteamos y escupimos en nuestra propia alma cada vez más seca.
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